Estoy tratando de publicar un libro de guasa. Se llama Ser
padre es comer acelgas y, aunque el
título es una analogía, salen bastantes padres y unas pocas acelgas. Ya hablaré
con detalle de eso en otra entrada. El caso es que llevo un tiempo moviéndolo y
por el momento lo más que he obtenido han sido un buen número de matojos
rodantes y unos pocos emails de rechazo con buenas palabras, referencias a la
crisis del sector y al fin del mundo tal y como lo conocemos. Hoy mismo he recibido uno de esos emails, de una agencia literaria. La verdad es que se aleja bastante, ahora mismo, de la clase de proyectos que
hemos representado en los últimos meses.
Por alguna extraña razón que se me escapa, el mundo editorial no muestra un excesivo interés por esto. |
Caería en la depresión, pero probablemente haría algo de
ruido. Es tarde y escribo junto a la habitación donde duermen los críos, así que
mejor continúo con el culo en la silla y espero a despertarlos cuando, de
camino a la cama, tropiece con algún juguete abandonado a traición y mala leche
en el pasillo.
En fin, supongo que el libro acabará saliendo de alguna manera y, si la lista de editoriales y agentes literarios que lo han rechazado empieza a ser abismal, al menos ya lo ha leído más gente de la que lo leerá si llega a publicarse.
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